Aunque tragar se considera una acción refleja y sin esfuerzo, en realidad es una maniobra bastante complicada y coordinada que involucra muchos músculos y nervios.
Como resultado, las afecciones neurológicas caracterizadas por daños al cerebro, la médula espinal o los nervios a menudo pueden provocar dificultades para tragar, llamadas disfagia.
Índice
Causas neurológicas
Las afecciones neurológicas más comunes asociadas con la disfagia incluyen:
- Ataque
- Traumatismo craneal
- Esclerosis múltiple
- Parálisis cerebral
- Demencia
- Tumores del cerebro o de la médula espinal
- Lesión de la columna cervical
- Enfermedad de la neurona motora
- Miopatía
Dependiendo de la afección neurológica específica, una persona puede experimentar disfagia por razones específicas. Por ejemplo, si ha sufrido un accidente cerebrovascular, es posible que tenga dificultades para tragar porque puede haber un reflejo de deglución ausente o retrasado , músculos de la garganta debilitados y dificultad para controlar los movimientos de la lengua.
En la enfermedad de Parkinson , la disfagia puede ocurrir por una respuesta de deglución retardada, así como por un síntoma llamado bombeo lingual, en el cual la lengua de una persona se mueve hacia adelante y hacia atrás repetidamente impidiendo que la comida salga de la boca.
Síntomas y complicaciones
Las dificultades para tragar pueden provocar una producción excesiva de saliva, babeo, tos o atragantamiento al comer e incluso dificultad para hablar o voz ronca. También puede producirse una infección de los pulmones llamada neumonía por aspiración, así como desnutrición y deshidratación.
Para evitar estas complicaciones relacionadas con la disfagia, la evaluación de la enfermedad neurológica a menudo implica una evaluación formal de la deglución . Esto puede ayudar a identificar la disfagia antes de que surjan complicaciones.
La Asociación Estadounidense del Corazón recomienda la detección temprana de la disfagia después de un accidente cerebrovascular para ayudar a reducir el riesgo de desarrollar consecuencias adversas para la salud, incluida la pérdida de peso, la deshidratación, la desnutrición, la neumonía y problemas generales de calidad de vida.
Objetivos de los ejercicios
Las terapias diseñadas para mejorar la deglución se centran en fortalecer los músculos y desarrollar la coordinación de los nervios y músculos que intervienen en la deglución. Ejercitar los músculos de la deglución es la mejor manera de mejorar la capacidad de tragar.
Además de los ejercicios que puede hacer con su terapeuta del habla y de la deglución, también puede mejorar su función de deglución con ejercicios de deglución en casa.
A continuación se presentan algunos ejercicios de deglución desarrollados por expertos en rehabilitación de disfagia:
Ejercicio de agitador
Este sencillo ejercicio puede fortalecer los músculos para mejorar su capacidad para tragar.
Para realizar este ejercicio, túmbate boca arriba y levanta la cabeza como si intentaras fijar la mirada en los dedos de los pies. Mientras lo haces, asegúrate de no levantar los hombros.
Lo mejor es hacer este ejercicio de tres a seis veces al día durante al menos seis semanas. Si logras realizarlo con éxito, puedes prolongar la duración de cada levantamiento de cabeza y aumentar el número de repeticiones.
Maniobra de elevación del hioides
Este ejercicio le ayudará a desarrollar la fuerza y el control de los músculos para deglutir.
Coloca unos cuantos trozos pequeños de papel (de aproximadamente una pulgada de diámetro) sobre una manta o una toalla. Luego, ponte una pajita en la boca y chupa uno de los trozos de papel hasta la punta. Sigue chupando la pajita para mantener el papel adherido, colócala sobre una taza o un recipiente similar y deja de chupar. Esto liberará el papel dentro del recipiente.
Tu objetivo para cada sesión es colocar entre cinco y diez hojas de papel en el recipiente.
Maniobra de Mendelsohn
Este sencillo ejercicio es muy eficaz para mejorar el reflejo de deglución. Consiste en tragar la propia saliva. Normalmente, cuando la saliva entra en la zona que está justo detrás de la boca al tragar, la nuez de Adán (la zona dura que se encuentra aproximadamente a la mitad de la parte delantera del cuello) se mueve hacia arriba y luego hacia abajo.
Para realizar este ejercicio, mantén la nuez de Adán elevada durante dos a cinco segundos cada vez. Para comprender mejor el movimiento, puedes mantener la nuez de Adán elevada con los dedos al principio.
Repita este ejercicio varias veces al día hasta que pueda controlar los músculos de la deglución sin ayuda de las manos.
Tragar con esfuerzo
El propósito de este ejercicio es mejorar el contacto y la coordinación entre los diferentes músculos utilizados durante el acto de tragar.
En esencia, el ejercicio consiste en tragar, pero mientras lo haces, debes intentar apretar todos los músculos de la deglución lo más fuerte que puedas. No es necesario que tragues alimentos durante el ejercicio, bastará con tragar en seco.
Realice este ejercicio de cinco a diez veces, tres veces al día para fortalecer sus músculos.
Deglución supraglótica
Primero debes probar este ejercicio sin comida. A medida que vayas mejorando en el ejercicio, puedes intentarlo con comida real en la boca.
Este ejercicio consta de tres sencillos pasos:
- Primero, respira profundamente.
- Aguanta la respiración mientras tragas.
- Toser para eliminar cualquier residuo de saliva o comida que pueda haber pasado por las cuerdas vocales
Maniobra de deglución supersupraglótica
Este ejercicio es igual que la maniobra supraglótica descrita anteriormente, pero con un giro adicional.
Después de tomar esa respiración profunda, haga fuerza mientras traga. La presión generada ayuda a tragar y aumenta la fuerza de los músculos que lo hacen.
Una palabra de Health Life Guide
Si usted o un ser querido tiene disfagia por una causa neurológica, estos ejercicios pueden mejorar la deglución y ayudar a prevenir la aspiración y la desnutrición.
Durante la rehabilitación de la deglución, su terapeuta también puede recomendar cambios en la dieta para mejorar la deglución, como usar una pajita o una cuchara, tomar bocados más pequeños de comida o usar un espesante para dar volumen a líquidos delgados.