El estrés crónico conduce al colesterol

Los estudios muestran que una combinación de estrés crónico y colesterol alto podría provocar enfermedades cardíacas si no se aborda rápidamente.

Durante años, los médicos han dicho que reducir el estrés tiene un efecto positivo en la salud general. Ahora, cada vez más investigaciones demuestran que tienen razón. El estrés recurrente o diario puede afectar el colesterol y, con el tiempo, provocar enfermedades cardíacas .

Un hombre estresado sentado frente a la computadora frotándose la cara.

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La respuesta de lucha o huida en situaciones de estrés

A pesar de todas las sensaciones desagradables que produce, desde las palmas sudorosas hasta el corazón palpitante, el miedo es la forma que tiene el cuerpo de protegerse del peligro. En la prehistoria, la amenaza podía ser un oso hambriento. Hoy, es más probable que se trate de un jefe exigente.

Cuando esto sucede, el cuerpo entra en acción. El hipotálamo , una glándula ubicada cerca del tronco encefálico, desencadena la liberación de dos hormonas (adrenalina y cortisol) que aceleran el corazón, estimulan la liberación de energía y aumentan el flujo sanguíneo al cerebro. El cuerpo se prepara para quedarse y luchar o para huir.

La misma reacción química ocurre ya sea que la amenaza sea un daño físico inmediato o la posible pérdida de ingresos y prestigio.

Las hormonas del estrés y el colesterol

Tanto la adrenalina como el cortisol desencadenan la producción de colesterol, que es la sustancia cerosa y grasa que produce el hígado para proporcionar energía al cuerpo y reparar las células dañadas. El problema es que un exceso de colesterol puede obstruir las arterias y, con el tiempo, provocar un ataque cardíaco o un derrame cerebral .

Una teoría es que las hormonas del estrés funcionan de esta manera para proporcionar combustible para una posible situación de lucha o huida. Pero si esta energía no se utiliza (como sucede con los factores estresantes actuales que no requieren una lucha o huida física real), se acumula gradualmente en forma de tejido graso en alguna parte del cuerpo.

El cortisol tiene el efecto adicional de crear más azúcar, la fuente de energía a corto plazo del cuerpo.

En situaciones de estrés recurrentes, los azúcares se desperdician repetidamente y terminan convirtiéndose en triglicéridos u otros ácidos grasos. Las investigaciones también han indicado que estos depósitos grasos tienen más probabilidades de acabar en el abdomen. Y quienes tienen más grasa abdominal tienen mayor riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares y diabetes.

El factor personalidad en el estrés

Cada persona tiene una reacción fisiológica diferente al estrés. Algunas investigaciones sugieren que el tipo de personalidad de un individuo (clasificado por las letras A, B, C, D y E) puede predecir esa respuesta. Los tipos A y D son personalidades de alto estrés. Las personas con personalidad tipo A suelen estar orientadas al tiempo, centradas y orientadas a los detalles. Las personas con personalidad tipo D (o el tipo “angustiado”) son conocidas por reprimir sus sentimientos.

Las personas con personalidad tipo A o D parecen especialmente sensibles a las hormonas del estrés. Esto significa que su frecuencia cardíaca aumenta, las arterias se contraen y los azúcares se liberan en el torrente sanguíneo a un ritmo mayor que en aquellas personas con personalidades más relajadas.

Cómo afrontar el estrés

Según un estudio presentado en la convención de la Asociación Estadounidense de Psicología de 2007, los hombres blancos capaces de afrontar el estrés tenían niveles más altos de colesterol “bueno” (HDL) que sus pares menos capaces de afrontarlo. El colesterol “bueno” es el que ayuda a limpiar el cuerpo de grasa.

Una investigación de la Universidad de Ciencia y Tecnología de Missouri descubrió que las personas con personalidades con “alto estrés” pueden reducir el riesgo de tener colesterol alto si pasan tiempo pensando en cosas frívolas, como soñar despiertos. También pueden reducir el estrés limitando los conflictos en el lugar de trabajo, organizando su hogar y su lugar de trabajo y planificando cada día de manera realista, asignando tiempo suficiente para las citas y las tareas.

Los Institutos Nacionales de Salud sugieren varios métodos para reducir el estrés. Estos métodos incluyen técnicas de relajación, como el ejercicio, el yoga, la jardinería o la música; llevar una dieta saludable; dormir al menos ocho horas cada noche; y establecer una red de amigos y familiares que brinden apoyo. Los expertos también recomiendan hablar con un psicoterapeuta si el estrés se vuelve demasiado difícil de manejar.

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