Desde refrescos dietéticos hasta postres y caramelos sin azúcar, los sustitutos del azúcar están prácticamente en todas partes hoy en día. Los edulcorantes artificiales, que en el pasado se consideraban una panacea para reducir el riesgo de problemas de salud relacionados con la alimentación ( obesidad , diabetes, caries), hoy están siendo objeto de un escrutinio cada vez mayor por parte de algunos que sugieren que pueden no ser tan seguros como pensamos.
Índice
Tipos de sustitutos del azúcar
El término “sustituto del azúcar” se refiere tanto a compuestos naturalmente dulces distintos del azúcar de mesa (sacarosa) como a edulcorantes sintetizados artificialmente producidos mediante síntesis química.
Los compuestos naturalmente dulces incluyen sustancias como el sorbitol presente en las manzanas y el jarabe de maíz, la lactosa presente en la leche y el xilitol presente en algunas frutas y verduras. Son sustancias inherentemente dulces con distintos grados de dulzura.
Los compuestos sintetizados artificialmente no provienen de la naturaleza e incluyen marcas tan populares como Equal (aspartamo), Splenda (sucralosa) y Sweet’N Low (sacarina). La stevia , un producto que a menudo se considera artificial, en realidad se deriva de la planta Stevia rebaudiana .
Del azúcar a los edulcorantes artificiales
La mayoría de las personas son conscientes de los peligros de consumir demasiada azúcar. La actual epidemia de obesidad, diabetes, enfermedades cardíacas, hipertensión y enfermedades renales es en gran medida resultado de las cantidades excesivas de sacarosa que consume el estadounidense medio. Es una situación a la que los funcionarios de salud se refieren como una “epidemia cardiorrenal”, en la que las altas tasas de enfermedades cardíacas y renales están directamente relacionadas con los alimentos que comemos, incluido el azúcar.
En respuesta a esta epidemia, se han comercializado agresivamente sustitutos del azúcar entre el público como un medio para literalmente “tener el pastel y comérselo también”. Desafortunadamente, esta solución no es tan fácil como parece, y nos hemos dado cuenta de que los sustitutos del azúcar afectan a nuestros cuerpos de maneras complejas y a menudo contradictorias.
Comparación de edulcorantes artificiales
En una revisión exhaustiva realizada en 2012, la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) afirmó que los edulcorantes artificiales eran “seguros para la población general bajo ciertas condiciones de uso”. Esto incluía recomendaciones de no exceder la ingesta diaria admisible (IDA) descrita por la agencia.
De los edulcorantes aprobados actualmente, la FDA ha llevado a cabo una serie de estudios para determinar qué preocupaciones, si las hubiera, debería tener el público sobre su uso. De los tres productos más populares:
- El aspartamo (Equal) fue uno de los primeros sustitutos del azúcar producidos en masa y, en ese tiempo, generó una buena dosis de controversia. Si bien al principio hubo preocupaciones sobre la relación del aspartamo con la leucemia, el linfoma y el cáncer cerebral, la información oficial actual, tanto de la FDA como del Instituto Nacional del Cáncer, es que no se ha encontrado tal asociación.
- Se informó que la sacarina (Sweet’N Low) causaba cáncer de vejiga en ratas de laboratorio; no se ha observado el mismo efecto en humanos. Estos temores iniciales llevaron a Canadá a prohibir el producto en 1977. Estados Unidos estuvo a punto de hacer lo mismo, pero en su lugar exigió que el producto llevara una etiqueta de advertencia. Este requisito se levantó en 2001 después de que una investigación del Programa Nacional de Toxicología concluyera que la sacarina no tenía propiedades cancerígenas (causantes de cáncer).
- La sucralosa (Splenda) fue descubierta en 1976 y lanzada al mercado en los EE. UU. en 1998. La FDA ha realizado cerca de 100 estudios y no ha encontrado ninguna asociación conocida entre la sucralosa y el cáncer o las enfermedades cardíacas.
Efectos fisiológicos adversos
El hecho de que la FDA haya considerado que los edulcorantes artificiales son seguros para el consumo humano no debería sugerir que se los pueda utilizar con impunidad. Si bien los edulcorantes artificiales pueden imitar la sensación del azúcar, la respuesta fisiológica a su uso suele ser bastante diferente.
Normalmente, la respuesta del cuerpo a la sacarosa es reducir el apetito y crear una sensación de saciedad, reduciendo así la ingesta calórica. No parece ocurrir lo mismo con los edulcorantes artificiales, lo que desmiente la afirmación de que son productos “dietéticos”. Este fenómeno se conoce como “compensación calórica”, en el que las personas a menudo continúan comiendo a pesar de no tener hambre.
Al mismo tiempo, los edulcorantes artificiales pueden provocar un pico de insulina, algo que los diabéticos pueden no notar cuando comen ciertos dulces “para diabéticos”. En conjunto, estos efectos pueden anular cualquiera de los beneficios prometidos a las personas obesas, diabéticas o que padecen enfermedad renal crónica.
En 2012, la Asociación Estadounidense del Corazón y la Asociación Estadounidense de la Diabetes emitieron una declaración en la que ambas daban un visto bueno cauteloso a los edulcorantes artificiales y confirmaban su “uso apropiado” como parte de una estrategia dietética informada. La declaración también destacaba el riesgo de la compensación calórica y advertía a los consumidores contra el uso de edulcorantes como una “solución mágica” para combatir la obesidad y la diabetes.